viernes, 25 de enero de 2008

Capítulo-1: cuarta entrega

-Tranquilo, no le voy a decir nada a mi padre, ¿somos compañeros, no?- Le dije yo para intentar ganarme su respeto y confianza.
-¿Seguro que no dirás nada, patroncito?- Así me llamaba él cuando quería verme fuera de mis casillas.
-Pues claro, hoy por ti mañana por mí.
-¡Vaya con el patroncito! Si resultará que no es tan niño mimado como parece. Todavía sacaremos provecho de él- dijo en tono burlón
-No vas a hacer que me encienda, yo vengo a trabajar, y no a discutir contigo.-Le respondí sereno, aunque por dentro me hirviera la sangre. Y es que cuando tienes esa edad no soportas que te traten como a un crio, y menos que te digan que eres un niño mimado.
Me fui al despacho de mi padre a dejar la tartera con la merienda que mi madre me había preparado. Al salir, vi que también había llegado Isaac, el otro empleado de mi padre. Era un chico muy tímido, de origen judío y de mi misma edad. Apenas hablaba con nadie, pero mi padre estaba encantado con él, porque tenía unas manos prodigiosas. Esa tarde no iba a venir mi padre, así que me acerque a Herrman y le dije:
-Oye Herrman, ¿Me das un cigarro?
-¿Qué dices niñato?-Dijo con cara de sorpresa-Esto es para hombres
-Yo ya he fumado otras veces, ¿qué te crees tú?- Contesté yo enojado.- ¿Me lo das o me voy a comprar yo?
-Toma, toma, no te enfades.
Me acercó un cigarrillo, yo lo cogí y me lo puse en los labios, él acercó el encendedor al pitillo y yo le di una fuerte calada para que se encendiera a la primera. Me entró la tos, pues en realidad sí que era la primera vez que fumaba, pero yo muy digno le di otra calada y me apoye en la pared al lado del taburete donde estaba sentado Herrman. El me miró y se rió. Yo intentaba disimular el mareo que el tabaco me había producido, así que intenté entablar una conversación seria con él.
-Oye Herrman, ¿te puedo hacer una pregunta?-dije intentando crear expectación.
-Adelante- respondió él sin quitar el cigarro de la boca.
-¿De qué era el libro que estabas ojeando?
-¿Este? Toma, míralo tú mismo- dijo acercándome aquel libro que parecía roído por las ratas.
Yo lo tome en mis manos y le miré la portada. En él se veía a un hombre de larga barba, y mirada enojada, y encima de su retrato ponía: Dios y Estado por Mijaíl Bakunin.
-¿Quién es este Bakunin? ¿De qué va el libro?- Pregunté impresionado por la mirada de aquel barbudo de la portada.
-¿Por qué no lo averiguas por ti mismo? Llévatelo y ya me lo devolverás.- Me respondió con una sonrisa en la boca dándose cuenta de que el libro había despertado en mi mucho interés.

No hay comentarios: