viernes, 25 de enero de 2008

Capítulo-1: primera entrega

Esta historia comienza en el 1941, en el momento en el que después del bombardeo de Pearl Harbour, las fuerzas japonesas apoyadas por la marina alemana decidieron atacar a los Estados Unidos en su territorio continental. Lo que las fuerzas aliadas pensaron que jamás ocurriría, estaba pasando. El enemigo se atrevió a intentar la invasión de la primera potencia militar del planeta. A la vez también abrieron otro gran frente en China, donde los japoneses apostaron gran parte de sus fuerzas terrestres preparadas para el combate. Lo que pretendían era hacer una pinza y aislar en el medio a la Unión Soviética. Cabe recordar que en ese momento el eje Germano-Italiano había centrado su gran ofensiva (en territorio europeo) en lo que se había llamado el Frente Ruso. Hasta ese momento las fuerzas enemigas estaban compuestas por la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y el Imperio Japonés. A estos no tardaría en unirse la España de Franco, que hasta entonces solo había ofrecido apoyo logístico, ya que debido a la proximidad en el tiempo todavía del final de la Guerra Civil (1939) su ejército y su economía no se habían podido recuperar. Pero Franco, que siempre había sabido colocarse debajo del árbol que mejor sombra da, aconsejado por sus asesores, y viendo que la victoria se inclinaba a favor de los fascistas, no dudó en ofrecer los servicios del ejército, sus recursos naturales, y el territorio español al eje faccioso. Hitler no lo dudó y aceptó, pues aunque no fueran de mucha utilidad las fuerzas que podía ofrecer el pequeño dictador español, lo que si era muy interesante era el poder disponer del territorio costero del que gozaba España en el continente Africano (protectorado de Marruecos). Eso le permitiría controlar el paso del Estrecho de Gibraltar, y establecer bases para sus barcos y submarinos que regresaran de América. También le permitiría abrir un frente Africano en su momento y así instalar el régimen Nazi en 4 de los 5 continentes.
Una vez España entró a formar parte del Eje, Portugal no tardó en adherirse también. No es que Portugal gozara de un gran potencial belicista, pero los dirigentes de la alianza facciosa lo consideraron como un punto estratégico importantísimo. De esa manera, con Portugal de su lado, El Eje dominaría gran parte del Atlántico europeo (Portugal y España eran aliados, Francia estaba totalmente ocupada y cabe no olvidarse de las colonias de España y Portugal en África) y además cerrarían el Mediterráneo, el cual podrían convertir prácticamente en una gigantesca base para su marina.

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